De una manera muy conmovedora, Rowling mató a Lupin y Tonks al final del último libro para repetir lo que le había pasado a Harry al principio. Voldemort dejó a Harry huérfano y en la batalla final deja a Lupin, y al hijo recién nacido de Tonk también huérfanos, resaltando las consecuencias reales que tiene la guerra para los niños.