La razón por la que Joanne Rowling no firmaba sus obras con su nombre completo y decidió utilizar el pseudónimo de J.K. Rowling, fue por miedo a la discriminación de género. La escritora consideró que los lectores podrían no tomarla en serio si se enteraban de que era mujer, por lo que, al inicio optó por ocultar su verdadera identidad.